DESCONCIERTO EN BRASIL EN EL COMBATE AL COVID-19 CON CASI 43.000 MUERTES

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La pandemia continúa su expansión por el interior de Brasil, el segundo país con más contagios y muertes por coronavirus tras Estados Unidos, y se acerca a su pico con los estados y municipios perdidos tras iniciar una desescalada que en algunos casos se han visto obligados a suspender.


La confusión reina en un Brasil que no para de subir escalones en la lista de países más azotados por la COVID-19, tras alcanzar en la víspera los 42.720 muertos y superar a Reino Unido.

El número de contagios se ubica en los 850.514 en este país de 210 millones de habitantes, según el Ministerio de Salud, aunque la comunidad científica estima una cifra mucho mayor debido a la enorme subnotificación.

Sin haber llegado aún al pico, muchos gobernadores y alcaldes, que fueron el contrapeso al negacionismo del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, han decidido flexibilizar las medidas de aislamiento con la curva epidemiológica aún creciente.

Un volantazo que podría presionar aún más al sistema público de salud brasileño, que, por el momento, parece poder lidiar con la emergencia sanitaria.

Sin embargo, algunas de las grandes capitales del país, como Porto Alegre (sur), han dado marcha atrás en esa desescalada ante el rápido incremento de las hospitalizaciones.

DESESCALADAS CON CUARENTENAS Y OTRAS MEDIDAS CONFUSAS

Desde la confirmación del primer caso, el pasado 26 de febrero, la crisis del coronavirus en Brasil ha estado marcada por la ausencia de una política coordinada entre las tres esferas del poder (federal, regional y municipal).

Bolsonaro, que califica las COVID-19 de "gripecita", censuró desde el principio las cuarentenas decretadas por gobernadores y alcaldes, que tienen las competencias para ello, según la Constitución, y su visión negacionista forzó la salida de dos ministros de Salud en un mes.

Sin embargo, esas medidas de aislamiento nunca fueron, por lo general, tan rígidas como las impuestas en Argentina o en algunos países europeos, que optaron por el confinamiento total.

¿Resultado? El coronavirus siguió circulando, inició un proceso de interiorización que aún continúa y prueba de ellos es que ya ha llegado al 82 % de los 5.570 municipios del país.

En este contexto, y ante la imposibilidad de eliminar por completo la transmisión, los estados y municipios comenzaron una desescalada por fases, cada uno con su propia receta.

Sao Paulo, el estado más poblado, rico y afectado por la pandemia con 10.368 muertes y 167.900 infectados, comenzó el pasado 1 de junio, entre fuertes presiones del empresariado para volver a la normalidad.

No obstante, el gobernador Joao Doria anunció esta semana una prórroga hasta finales de junio de la cuarentena vigente desde el 24 de marzo, pero sin abandonar el cronograma de la desescalada.

En medio de la confusión y con los comercios de calle y centros comerciales abiertos con restricciones en la capital paulista, las aglomeraciones se han multiplicado.

La tasa de ocupación de camas de terapia intensiva en el estado de Sao Paulo roza el 70 % en estos primeros días de reapertura, aunque especialistas sanitarios consultados por Efe prevén un repunte por la reapertura.

Río de Janeiro, el segundo estado más azotado con 7.417 muertes y 77.784 contagios, vive una situación similar. En las playas de la capital homónima se concentraban este sábado bastantes bañistas, pese a que la Alcaldía no permite aún permanecer en la franja de arena.

La situación es "extremadamente preocupante" y la desescalada es "precoz", dice a Efe Dirceu Greco, médico infectólogo y profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais, donde algunas ciudades de la zona metropolitana de la capital regional, Belo Horizonte, han tenido que suspender la reapertura por un repunte de casos.

Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, también se ha visto forzada a dar marcha atrás en su plan de flexibilización ante el rápido aumento de la tasa de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

En otro extremo, Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso (centro-oeste), uno de los menos golpeados por la pandemia, ha decretado el toque de queda por dos semanas, tras registrar un incremento de los muertos.

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