Mito o Realidad - ¿Conocés la historia de La llorona del Parque Rivera?

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La Llorona; el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos, y que luego, arrepentida y maldecida, los busca por las noches por ríos, pueblos y ciudades, asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen. Su leyenda posee gran diversidad de versiones, con generalidades y particularismos propios de muchas regiones geográficas. 




A pesar de ello, su relato mágico y sobrenatural, emergido de múltiples orígenes, es constante y reconocible, con añadidos, texturizaciones e hibridaciones de muy diversos tipos.


El Parque Rivera es un gran pulmón de la capital uruguaya. Siete hectáreas arboladas, un lago en su corazón, niños que se divierten en sus juegos, gente que camina o hace ejercicio hacen que este predio se transforme en uno de los puntos elegidos por los montevideanos a la hora de distenderse un poco o disfrutar de un día al aire libre. Pero todos saben que este gran bosque también tiene su costado macabro, ya que, con la llegada de las primeras sombras de la noche, el sitio comienza a transformarse en un escenario escalofriante, pues muchos aseguran que es el hogar de La Llorona.


Según cuentan los vecinos del barrio, desde hace ya mucho tiempo, el escalofriante fantasma de una desventurada mujer, bajo la forma de un alma en pena, se deja percibir entre los árboles del parque Rivera, deambulando por ahí o emergiendo de las aguas del lago, llorando desconsoladamente.




Las descripciones físicas que hay sobre ella son más o menos unánimes. En términos generales, se trata del espectro de una mujer alta, extremadamente delgada, casi cadavérica en su flacura. Anda arropada con un vestido de color blanco, harapiento, salpicado con algunas manchas de barro del lugar. Luce una larga cabellera negra que le oculta gran parte de su rostro. Pero sin lugar a dudas, el más peculiar de los atributos de este fantasma es su llanto: un alarido agudo y quejumbroso que emite como manifestación de sus penurias y que, al escucharse a lo lejos en las noches serenas, pone los pelos de punta de sus ocasionales testigos.


La leyenda de la Llorona ha tenido muchas funciones: ha servido para espantar a los niños, a extraer el miedo a hombres y mujeres para que sean fieles a sus parejas, para evitar infanticidios por parte de la madre, como parábola de la justicia divina, o como símbolo colectivo. 


A lo largo de la historia, la figura doliente de la Llorona, su trágica y eterna condena de vagar a través de los siglos sin poder hallar a sus hijos, ha inspirado gran cantidad de manifestaciones culturales, literatura, canciones de la lírica popular, obras de teatro, bibliografía y artes audiovisuales de cine y televisión.



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