PATO FEO: “SI ME ESCAPO LO MÁS SEGURO ES QUE TERMINE MUERTO O LASTIMANDO A ALGUIEN”

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Érase una vez un niño de un barrio obrero que no vivía en un hogar pobre, o por lo menos era menos pobre que el de muchos compañeritos. 




En la casa le dieron valores, le enseñaron la diferencia entre el bien y el mal, pero así y todo, se descarrió. Él prefería estar en la calle juntándose con gurises traviesos antes de estar con sus juguetes en su casa del barrio Cadorna. Hasta que un día, ese niño, el mejor educado (y el más chico) de la banda, pidió un arma prestada y asaltó una barraca. Se llevó 8.000 pesos, le dio 1.200 al que le había prestado el revólver y se lo quedó. Con ese acto delictivo, el chico de 13 años hizo dos cosas: se ganó el respeto de todos y fue tomado como ejemplo por los otros adolescentes, más grandes, que desde ese día del año 2000 empezaron a robar.

Anthony Martín Rodríguez Silvera hoy tiene 34 años y cuenta por teléfono, desde el Penal de Libertad, su peripecia vital. Por momentos parece jactarse de su carrera delictiva y su osadía, pero por otros demuestra arrepentimiento y jura haber dejado el camino del delito. Aunque luego aclara: hoy dice eso, mañana será otro día.

A Anthony lo bautizaron "Pato Feo" cuando tenía 11. Como sabían que lo hacía enojar, más se lo decían los chicos que paraban a la vuelta de su casa. Él primero les tiraba piedras, después se apropió del apodo que luego lo haría famoso entre la Policía y la prensa nacional.

En esta extensa entrevista, que duró más de dos horas entre varias llamadas telefónicas y tras una frustrada visita al penal hace unos meses, "El Pato Feo" repasa su carrera delictiva, con fechas precisas, porque a él le encanta recordar con precisión los momentos épicos de su vida. El 22 de junio de 2004 fue la primera vez que lo detuvieron siendo mayor de edad y fue a parar a Libertad; el 6 de octubre de 2010 mató a otro preso en una pelea a cuchillo en el Comcar; el 13 de octubre de 2017 asaltó al Banco República de Sauce vestido de camisa y corbata y a cara descubierta, y esa misma noche fue recapturado.


En la charla, por momentos coloquial e intimista, en otros más formal, Anthony Rodríguez reconoce haber sido un delincuente, pero hoy se considera un escritor y cantante de reggaetón. Ahora está dando clases de zumba a otros presos (en grupos de tres por la pandemia). En todo momento se muestra plenamente consciente del daño que hizo y se hace cargo. Tanto, que pide que no lo dejan salir antes de terminar todo el liceo y la facultad que algún día piensa cursar estando en prisión. Sueña con llegar a ser -algún día- médico pediatra.

Tiene para 22 años tras las rejas -pena incrementada por el homicidio en el Comcar-, pero se puso el objetivo de seguir componiendo canciones de rap que dicen "uruguaio" y "chamuio". "Me sale así... y aparte me encantaría estar en una isla en Puerto Rico. Yo cuando grabo me olvido que estoy adentro de una cárcel", dice. En breve quiere grabar un disco y publicar su libro Diario íntimo de un delincuente, que empezó en 2005 y terminó en 2017.

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