LA MUERTE DE LA POLICÍA INGRID GONZALEZ FUE PROVOCADA POR UNA PELEA ENTRE ADOLESCENTES

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El objetivo del ataque era un menor de 15 años, sobrino de la agente Ingrid González, que ese día no durmió en su casa de Casavalle.


Una pelea entre dos adolescentes fue la chispa que inició el fuego que acabó con la vida de la agente de policía Ingrid González, de 29 años, mientras dormía en su casa en la madrugada del martes 10 de enero. Así lo determinó el juez Tabaré Erramuspe en el fallo de procesamiento con prisión por “incendio especialmente agravado por el fallecimiento de una persona y lesión de varias” del joven de iniciales M.A.M., de 18 años.

El luego procesado intentó ante el juez dar una coartada que lo eximiera de responsabilidad. Pero no hizo sino incriminarse más.

Era la 1.30 de esa madrugada. El joven H.N.N. se encontraba en la plaza ubicada frente al complejo de viviendas CH 84 de avenida San Martín y bulevar Aparicio Saravia, en Casavalle. Ahí se encontró con dos conocidos: el ya nombrado M.A.M. y J.A.C.Z., de 16 años, amigos desde la infancia. El primero, según luego diría H.N.N. a la Justicia, tenía en la mano “una bomba de pirotecnia” de esas “que se prenden, hacen chispas y después explotan”. 

Según le dijeron, esa bomba estaba dirigida a la casa de un joven de 15 años, F.C.C. Días atrás, agregaron, este menor se había peleado con el más chico de los recién llegados y le había ganado. Entonces la portaban para vengarse.

Esa madrugada, F.C.C. no durmió en su casa, ubicada en el complejo de esa misma esquina. En cambio ahí sí dormían Ingrid González, su tía, la madre de esta y abuela del menor, de 62 años, y dos niñas de 7 y 9 años.

M.A.M. y J.A.C.Z. arrojaron la bomba ya encendida – que algunos medios de prensa calificaron de “cóctel molotov”- por una ventana que daba al living. De inmediato, el fuego se propagó. Los vecinos lograron rescatar a la niña de 9 años y a la mujer mayor, según informó entonces a ECOS el bombero a cargo de la operación, Gonzalo Peralta. Los uniformados pudieron salvar a la otra pequeña, pero las quemaduras de la agente de policía, que había inhalado muchos gases tóxicos, le provocaron la muerte poco después.

Ante el juez, M.A.M. negó haber protagonizado el hecho, diciendo incluso que ese día y a esa hora se encontraba en su casa. En su fallo, Erramuspe señaló que la declaración “clara, coherente y sin hiatos” de H.N.N., sumada a que el hermano del procesado desmintió la coartada que este presentó, determinaron la resolución. 

“La manera mediante la cual intenta el acusado (M.A.M.) explicar los hechos imputados a él contribuye a su interpretación. Si suministra una explicación aceptable, el indicio se derrumba. Si, por el contrario, da una explicación deficiente o inventada, refuerza el indicio, al permitir atribuirle un sentido desfavorable al acto sospechoso”, indicó el juez en su fallo.

Desde el inicio, Bomberos aseguró que el incendio había sido intencional. El diputado nacionalista Jaime Trobo fue más allá y puso en su cuenta de Twitter que la muerte de González había sido un acto de “terrorismo mafioso”. Desde el Ministerio del Interior, en cambio, se señaló desde las primeras instancias a la existencia “de un problema entre el o los autores con el sobrino de la víctima” como causal. 

A raíz de este episodio, y en consideración que las numerosas muertes de efectivos registradas en los últimos tiempos son consecuencia de la función que cumplen, el Sindicato Único Policial del Uruguay (SUPU) anunció que para el 31 de enero harán una protesta frente a todas las Jefaturas del país. El subsecretario del Interior, Jorge Vázquez, había afirmado que adjudicar premeditación a la muerte de policías le parecía “exagerado”, lo que fue repudiado por SUPU.

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